> Una mirada a "Miénteme"

Una mirada a "Miénteme"


Luego de varios años vuelvo al Club de Teatro de Lima, bajo las escaleras y en la boletería me entregan dos folletos y una entrada con número de orden, cruzo unas palabras con el director de la obra, vienen dos mujeres e interrumpen el intercambio, de una forma amable, pasa el tiempo y la sala de espera bien decorada se va llenando. Me siento incómodo, como si fuera un lugar nuevo que acabo de descubrir, pero no es así. Estoy redescubriendo a pocos minutos de las siete de la noche.

Una persona del equipo de producción sube al tercer escalón y pide que pasen los primeros diez números entregados. Estoy entre los números medios. El tipo que me antecede entrega su boleto en la puerta y dice “buenos días”, la joven en el marco de la puerta con varias entradas en la mano se ríe y responde, “buenas noches”. Ya en los asientos, giro la cabeza para reconocer el lugar, el club es tan acogedor como en mis recuerdos.

Suena la tercera llamada y se apagan las luces. Una historia ha comenzado a contarse. Dos jóvenes se comunican a través de un chat, dos seres que se unen por la casualidad o con la única intención de sentirse acompañados. Las mentiras se convierten en parte del lenguaje habitual. Los mensajes en doble sentido, la trama que rodea el romanticismo, la distancia que hay entre ambos personajes, el dolor, los ansiolíticos y el insomnio.

Una actuación a la medida, un guion que me compromete como espectador. Una sala que me llena de nostalgia. Hay un único arrepentimiento y es, no haber venido antes de la función de cierre. Es de estas obras que me gusta ver más de una vez, pero no hay vuelta atrás.

Truenan los aplausos, se encienden las luces. Tengo que volver a casa y enfrentarme a la realidad, ser una persona diferente cada vez que conozco a alguien más. Las mentiras son también la exageración y el silencio de la omisión. Entonces, la pregunta es ¿cuánto hemos mentido en la vida?