Vive es, en el sentido más puro de la palabra, impactante.
Sin embargo, sería muy egoísta delimitar todo lo que engloba esta puesta en
escena en solo eso.
En palabras sencillas. Enzo es un
joven que tiene que lidiar con la muerte de su madre cuando estaba a punto de
confesarle que era gay. En ese contexto, termina la universidad y tiene que
enfrentar lo que se viene, la presión de su padre, los secretos, los amigos y
un cúmulo de situaciones que lo pondrán al borde del abismo.
La historia tiene un cuerpo de
sensualidad, misticismo y de un corte emocional, que termina por romper los
esquemas establecidos en una Lima conservadora. Una obra genuinamente
transgresora, multicolor y con diálogos bien planteados, lo que es esencial para
que el público salga satisfecho de la sala de teatro. Estos componentes hacen
que los espectadores en algún punto de la trama se identifiquen con uno de los
personajes que componen la ópera prima de Duilio Dall'Orto.
En un punto y aparte. Luego de la historia y las actuaciones
que cumplen a cabalidad los roles descritos en el guion. Hay un gran trabajo de
acompañamiento de luces y sonido que le dan a la obra una atmosfera nocturna
que no se puede pasar por alto. Esto le transmite emociones a la juventud que
se proyecta: desatada, rebelde y frontal.
En palabras del director,
Diego de la Hoz, Vive es “volver”
con intensidad, un nuevo acercamiento a los espectadores en la capital luego de
algunos años viviendo en Arequipa, tres de los dos que han transcurrido en
pandemia. Quien, además, recalca que una obra como esta no se podría lograr
desde la virtualidad, por lo vertiginoso de la puesta en escena. Sin embargo,
expresa que desde que dio la primera lectura a la historia, entendió lo potente
de la trama.
En conclusión. Esta obra vale cada sol que se paga por la
butaca. No hay excusas para dejar de verla. Si no llegan a su temporada en el
Nuevo Teatro Julieta, podrán verla en su temporada abril-mayo (en la Asociación
de Teatro Aficionado).
Da gusto volver al teatro, que sea de esta forma, que,
saliendo de la sala, no vuelvas a ser el mismo.
Se cierra el telón.