En ese sentido, estoy seguro que la justa y necesaria reedición de Poesía en Rock ayudará a los amantes, entusiastas, estudiosos y a los aspirantes a poetas a encontrar una suerte de cartografía que los guiará en entender el contexto, motivación y avatares de los diferentes vates abarcados entre los años 1961 y 1991.
¡Pero cuidado, niños! No intenten hacerlo en casa, podrían caer en el ridículo del cual nunca lograrán salir. La poesía es algo serio, no se trata de escribir versos chapuceros y realmente vergonzantes escudándose en el juego de la bohemia y irreverencia. No. La poesía implica respeto. Es por ello que este libro genera en mí cierta angustia, ya que de caer en manos equivocadas podría hacer creer a los pelmazos que escribir es un ejercicio que no implica dedicación ni talento, solo entusiasmo torpe.
El libro mantiene el estilo coral de la primera edición, es decir, la multiplicidad de voces que con sus coincidencias y contradicciones, enriquecen el manuscrito, sin embargo, el verdadero logro de los autores ha sido revisar y ampliar el texto mediante nuevos testimonios, notas al pie de página y fotografías que le han dado otro brío a su trabajo, que de por sí es, desde hace tiempo, indispensable en toda bibliografía sobre los movimientos poéticos surgidos en Perú.
La poesía universal está repleta no de personas, sino de personajes, y la versión peruana no podía ser diferente. A lo largo del libro podrán conocer, descubrir o redescubrir a jóvenes poetas que con una actitud claramente retadora como manda el espíritu del rocknroll tomaron por asalto la escena literaria peruana. Nombres como Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Óscar Málaga, José Rosas Ribeyro, Enrique Verástegui, Roger Santiváñez, Domingo de Ramos, Mary Soto y más, podrían tranquilamente tener una biopic exitosa.
La fallida adhesión de Estación Reunida a Hora Zero, el mítico duelo poético entre Jorge Pimentel y Antonio Cisneros, el revuelo del manifiesto Palabras Urgentes, la admiración de Roberto Bolaño por Hora Zero, la ruptura entre Juan Ramírez Ruiz y Jorge Pimentel, entre otros detalles dignos de una novela de detectives ¿salvajes? encontrarán en las casi 500 páginas de ese admirable trabajo de investigación.