Como les
explican a los padres de familia, que, según la versión de una niña, el
profesor de natación besó en la boca a uno de sus alumnos. Teniendo en
cuenta que, a unos metros, en una guardería, hubo un caso de abuso que encendió
todas las alarmas.
En esas breves líneas del párrafo anterior se puede
resumir lo que es la puesta en escena "El principio de Arquímedes".
Que nos cuenta como un profesor besa a uno de sus alumnos, para sobreponerlo
del miedo a lanzarse a la piscina. De entrar al agua sin flotador. Puede
parecer solo una muestra de cariño, si el beso fuera en la mejilla, o, por lo
contrario, una exageración, producto un miedo colectivo por los últimos hechos
que han rondado las noticias. Violaciones, secuestros, perversiones de una
humanidad venida a menos.
Esta obra juega con la mente de los espectadores,
los invita a suponer, creer o no, en la palabra de un adulto que persiste en su
idea de inocencia. Sin embargo, a esto se contrapone su discurso torpe de cómo
se comporta las alumnas de la otra clase, que según él lo miran con deseo, como
si todo se tratase de una suerte de mercado de la carne. Sexualizando de una
forma absurda a las niñas que llegan a ese lugar para aprender a nadar y no a
exhibirse.
Es difícil no tomar posición, sea buena o mala, el
ser humano está llamado a emitir un juicio, así decida no darle voz a lo que
piensa. Es entonces, esta obra, una puesta necesaria que nos invita a darle una
interpretación a la realidad que nos muestra. Una hoja en la que puedes
escribir, la misma con la que te puedes cortar.
La historia concluye con una pregunta ¿A quién le
crees? a los padres de familia o al profesor de natación que lleva cinco años
enseñándole a niños sin algún antecedente. Si eres de las personas que sigue las propuestas arriesgadas, sensitivas, que necesitan de atención a los detalles, esta es la obra de teatro que estabas buscando.
Apaguen los celulares, que ha sonado la tercera
llamada.